Ver a un director legendario como Luis Estrada trabajar en locación es un privilegio. Pero verlo adaptar 'Las muertas" en una serie de Netflix dentro de la Cineteca Alameda es algo histórico.
Por Aldo Patlán
Frente a las cámaras, Joaquín Cosío y Paulina Gaitán caminan en personaje por un costado de la histórica Cineteca Alameda de San Luis Potosí. Bajo la visión del legendario director Luis Estrada parecería sencillo: la asesina serial Serafina Balardo y el Capitán Bedoya solo entran al lobby del cine, observan algo y se van... Fácil ¿no? ¡Pues no! Llegar a la perfección de la escena requirió varias tomas, y no por un tema relacionado con el elenco o el crew (de impecable trabajo, por cierto). Quiero pensar que fue por la profunda relación que se creó entre el cineasta y la incomparable locación donde estábamos.
La Cineteca Alameda de San Luis Potosí se encuentra en un edificio de más de 83 años de edad. Inaugurada el 27 de febrero de 1941, es uno de los cines más antiguos del país y su arquitectura neocaliforniana diseñada por el arquitecto Carlos Crombé se mantiene hasta la fecha. Por eso tiene un papel muy importante, pues se calcula que las proxenetas conocidas como Las Poquianchis, protagonistas de esta historia, estuvieron activas desde 1945 al 1964.
El segundo encuentro
Fueron dos ocasiones la que vi a Luis Estrada en Cineteca Alameda, la primera, fue durante su scouting. Desde que entró quedó enamorado de la arquitectura del lobby, las taquillas y la sala, "¡que chingonería de cine!", exclamó. La segunda fue la noche de rodaje, una noche de febrero. Llegó cuando ya estaba todo montado. Nos cruzamos en la dulcería antes de que el sea desviara al baño antes de comenzar la chamba. Frente al monitor, cortó varias tomas pesé a que todo se veía "bien". Pausó durante unos segundos y casi como si una bombilla de luz se iluminara sobre su blanca cabellera, externó: "Ya sé. La cámara va muy rápido, no se aprecia la belleza del fondo".
¡Güey, el fondo! ¡Claro! Hasta entonces lo entendí todo. Mientras todos veíamos la actuación impecable de Joaquín y Paulina, imponentes como ellos solos, Luis veía más allá. Sabía que si ya tenía este imponente lugar, había que hacerlo lucir, había que transmitir a través de la locación lo que le ha inspirado el famoso libro de Jorge Ibargüengoitia. Con las nuevas instrucciones dictadas, el operador de la cámara hizo un segundo recorrido con el steadycam mucho más pausado, con tiempo para poder observar no solo al talento, sino dándole tiempo a este templo para lucirse. Y a lo largo de esos segundos realmente regresamos a los años 40, con personas entrando y saliendo del edificio. Despertamos del embrujo al grito de ¡corte y queda!, donde un momento lleno de cotidianidad quedó inmortalizado por la magia del streaming.
Fiebre potosina
A San Luis Potosí estamos por verlo en todas partes. Recién pasó la serie del Gallo de Oro también basado en otro autor inmortal como Juan Rulfo. Ni que decir de la adaptación de 100 años de soledad de García Márquez o Lupe la biopic de Lupita Vélez también filmada en la cineteca.
Entre todas esas producciones llega Luis Estrada. Sí, lo reconocemos por sus películas de tinte político, siempre crítico y duro, pero poco le hemos reconocido su talento para transformar desiertos, locales pequeños, calles solitarias y remotos municipios en locaciones icónicas de la cinematografía nacional. Si viajas por la carretera de Matehuala hay un motel que pasaría por desapercibido si no fuera porque uno de tus acompañantes o tú mismo al verlo dirás: "no mames, ahí mataron al Jr de El infierno". Lo mismo sucedería en Real de Catorce o la Plaza de Armas de la capital gracias a su visión.
Y para ello, hay que reconocer el trabajo de equipo que hace posible que un director como él pueda llegar a enamorarse del estado que tiene forma de perrito. Por supuesto, hablo de las también legendarias Claudia Puebla (Belzebuth) y Liz Monge (¡Que viva México!), quienes pasan meses y hasta años, haciendo trabajo de investigación y gestión previo para que el autor pueda llegar a grabar. Se sorprenderían la cantidad de directores con los que han trabajado y los lugares que estas dos mujeres han gestionado para que se queden grabados en nuestra memoria cinéfila. Abran espacio para San Luis Potosí.
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